Pasada la pompa de la
asunción de mando y los discursos que la formalidad constitucional exigen, la
política menuda vuelve a imperar. Es decir, la pequeñez va imponiendo
nuevamente su rigor luego del paréntesis que va del discurso presidencial de 28
de julio a la presentación ante el Congreso del Presidente del Consejo de
Ministros.
En pocas palabras, ¿los
grandes sueños se van diluyendo ante las pequeñas pesadillas del día a día?
Todo indica que así es, lo que encaja con lo previsible. Sin embargo, esa
bajada de la nube no debería de tornar imposibles determinadas reformas de suma
urgencia. Así pues, alarma el silencio de todos los actores políticos (¡todos!)
en torno a la imperiosa necesidad de curar los defectos del sistema electoral
que provocó tantos estragos en las últimas elecciones generales.
Desde los griegos la
democracia tiene la característica de desinflar rápidamente los entusiasmos
iniciales. He ahí el motivo de tan mala fama. Dos mil quinientos años después
de la experiencia democrática de Atenas, los demagogos y oportunistas siguen marcando
la agenda. En esa medida, la imperiosa necesidad por revertir los altos índices
de informalidad laboral quedan a la espera del pedido de facultades
legislativas que el gobierno presente a través del premier Fernando Zavala ante
el Congreso y de las directivas que él mismo y el ministro de economía Alfredo Thorne
señalen. ¿Podrán al fin encontrar la solución al problema centrando la atención
en lo que acontece en la propia informalidad (sin ningún costo laboral, pero
marginal) antes que en el orden formal (abarrotado de sobrecostos, pero legal)?
Ahora, ¿es malo en sí mismo
que la política menuda impere a sus anchas? Que el congresista aprista Mauricio
Mulder lance al aire un supuesto conflicto de intereses del presidente Pedro
Pablo Kuczynski a partir de la queja de éste último sobre el celo del contralor
Edgar Alarcón respecto a Línea 2 del Metro no puede sonar insustancial. Mulder
señala que Kuczynski y su esposa (y ahora primera dama) Nancy Lange formaron
parte del directorio de COSAPI, la empresa que construye dicha obra. Empero,
más allá de las formas la labor de Mulder es precisamente la de fiscalizar al
poder. De igual manera, la función del contralor es controlar cómo se disponen
los recursos públicos, lo que no quita que llame la atención el extraño afán de
figuración del contralor.
En esa línea, ver al
ministro del Interior Carlos Basombrío dedicándole buena parte de su tiempo a
explicar la extraña denuncia de un supuesto escuadrón de la muerte conformado
por policías es lo que corresponde. Es innegable que ese tiempo invertido en ir
a dar cuentas al Congreso afecta su labor de luchar contra la delincuencia,
pero se entiende que él representa a todo un equipo embarcado en esa tarea. Por
ende, su presencia en el Congreso no tendría por qué afectar el plan de acción
de su despacho. En concreto, ese esclarecimiento es una de las tantas formas de
acercarse a la gente.
Un mes después
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