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Maltrato a las mujeres y terrorismo


A tono  con la última marcha de no violencia contra la mujer  me pregunté  ¿Cuál era la posición de la mujer  en los grupos terroristas?  ¿La violencia y el machismo también  se manifiestan en ellos? Lo que encontré  no es agradable.

En los grupos terroristas, por lo general,  las mujeres están encargadas del reclutamiento.

Anne Speckhard, Profesora de Psiquiatría y especialista en Seguridad y Terrorismo de la Universidad de Georgetown autora del libro “Desertores de ISIS: Historias desde dentro del Califato Islamista” (Advances Press) relata la rutina de entrenamiento de dos desertoras del Isis: «Dos mujeres me dijeron que uno de los castigos físicos que utilizan contra ellas es ponerse una dentadura de metal y morder a las prisioneras. Una de ellas vio cómo otra moría desangrada»[1].

Otro caso terrible  fue el de la terrorista iraquí  Samira Ahmed Jassim quien hasta antes de su detención en el 2009 fue reclutadora de mujeres para convertirlas en «terroristas suicidas» en Irak.

“Para lograr ese letal destino había sistematizado el siguiente método: realizaba ciertas tareas de inteligencia, encontraba a adolescentes dolidas por la guerra y ordenaba su violación aumentando la vulnerabilidad emocional de las víctimas. Tras el shock, comenzaba una lenta maniobra de manipulación, con rigurosas técnicas de persuasión. Las convencía de que había una sola forma de lavar sus culpas y vergüenzas: inmolarse en un ataque suicida[2]

Relato de por si  escalofriante que demuestra como hay grados de violencia  centrados en el género. Es decir son pensados y planificados especialmente para causar daño a las mujeres.

Algo similar sucedió en el Perú en la época terrorista  ( 1980-2000) Mauricio Gamio, de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa ,relata que  en el caso de sendero luminoso la violación formaba parte  del entrenamiento de las mujeres guerrilleras :“Los senderistas llevaban a las mujeres jóvenes al parque llamado Ushlalatuco, donde las violaban y las preparaban física y militarmente, también las adiestraban para realizar saqueos de animales e incluso aprendieron a manejar con facilidad las armas, para que cometan sus incursiones. Las jóvenes que sufrieron estos hechos en ese momento tenían dieciséis años. Otro dato importante que extrae el autor, luego de analizar el Informe  de la Comisión de la Verdad y Reconciliación es que el 75% de las mujeres víctimas de la violencia terrorista  eran quechua hablantes[3]

Hubo una violencia diferenciada  entre hombres y mujeres en el accionar de  sendero luminoso  tal como quedó establecido  en el Informe de la Comisión de la  verdad y la reconciliación: “Como resultado de la investigación realizada, la CVR ha llegado a la conclusión que la violencia desatada en nuestro país afectó de manera diferente a hombres y mujeres. Las distintas posiciones sociales y roles de género ocupados por varones y mujeres condicionan su participación en el conflicto armado y producen efectos específicos en cada uno de ellos. Las mujeres, por el hecho de serlo, fueron víctimas singulares de un conjunto de delitos y atentados contra su dignidad y sus DDHH que difieren de aquellos infligidos a los varones Estas diferencias no son nuevas y retoman situaciones previas de desigualdad de género, étnicas y sociales que es preciso conocer para poder actuar en consecuencia.

“Las violaciones sexuales y otros tipos de abuso sexual fueron parte de una práctica en la cual las mujeres son utilizadas como medio de obtener información, autoinculpación o simplemente como una demostración del poder masculino frente a las mujeres campesinas, pero también frente a los otros varones a quienes se buscaba combatir[4]”.

Este proceder del abuso sexual hacia las mujeres ya sean como combatientes  o como víctimas es un rasgo general del terrorismo.

Pero por desgracia quienes debían cuidarlas   también incurrieron  en  esta odiosa práctica. Así tenemos como ejemplo el 17 de abril de 1993 Gladys Espinoza fue detenida junto con su pareja Rafael Salgado en Lima por personal de la División de Investigación de Secuestros (DIVISE) de la PNP, Durante el proceso fue violada varias veces por agentes de las fuerzas del orden tal como lo acredita la investigación hecha por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
 
Al respecto, la Corte considera que la práctica generalizada de la violencia sexual por las fuerzas de seguridad durante el periodo de conflicto constituyó violencia basada en género pues afectó a las mujeres por el solo hecho de serlo[5].

Queda claro que el terrorismo no garantiza  a las mujeres un mejor trato ni un nuevo status.  En el mundo prometido por estos delincuentes  el machismo continúa imperando  tanto con las víctimas y sus combatientes. Esta es una realidad de violencia que también debe terminar.


[1]"David López (2016) El motor del ISIS no es la religión: es la injusticia. El mundo. es "http://www.elmundo.es/papel/lideres/2016/08/02/57a05f4dca474150768b4610.html
[2] Abc internacional (2016) Las mujeres terroristas más famosas de la historia contemporánea. España http://www.abc.es/internacional/20150602/abci-mujeres-terroristas-mundo-201505292205_1.html
[3] Mauricio Gamio (2016) Violencia contra la mujer y terrorismo en el Perú: el caso de Sendero Luminoso http://hahr-online.com/violencia-contra-la-mujer-y-terrorismo-en-el-peru-el-caso-de-sendero-luminoso/
[4]Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. http://www.cverdad.org.pe/ifinal/conclusiones.php
[5] Sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos para el caso Espinoza González vs. Perú. https://agoraabierta.lamula.pe/2015/05/28/los-derechos-de-las-mujeres-y-el-terrorismo/rafaelrodriguez/



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