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Una guerra de todos contra todos

Foto: Diario El Comercio - Perú
El Presidente Electo Pedro Pablo Kuczynski tiene el reto de forjar un gobierno sólido y estable para garantizar la gobernabilidad del país. Para ello debe procurar conformar un Gabinete de políticos, que hagan las veces de sus interlocutores y operadores políticos. Como buen técnico, debe colocar a sus cuadros profesionales en los Vice Ministerios, es decir, en el trabajo de campo y del día a día.

Todo parece indicar que no la tendrá fácil frente a un Congreso mayoritariamente controlado por el fujimorismo, el cual ya salió a marcar la cancha. Lo cierto es que el Parlamento no es propiedad de nadie, ni mucho menos el Poder Ejecutivo ni el Judicial. Las fuerzas políticas deben asumir las cuotas de poder que tienen con responsabilidad, dejando de lado sus intereses de grupo, y pensando en el país.

No quiero pensar que el fujimorismo esté intentando legitimar el autogolpe de Estado del Ingeniero Alberto Fujimori del 5 de Abril del ´92, obstaculizando la labor del gobierno de PPK, y forzarlo a hacer lo mismo, es decir, a cerrar el Congreso. Ello obligaría a PPK a convocar a nuevas elecciones de Congresistas, y el fujimorismo correría el riesgo de no volver a obtener tamaña mayoría parlamentaria.

Todos los actores políticos están pensando en el 2021, fecha muy especial por el Bicentenario. Estos años serán de mucho cálculo político. El último proceso electoral dejó con chances a Guzmán, Mendoza y, Barnechea; quedando noqueados Alan, Toledo y, Acuña –aunque en política no hay cadáveres-. Es posible que durante estos cinco años se cocinen nuevas opciones, más frescas, que renueven el espectro político.

¿Quién es el mejor aliado de PPK? El pueblo peruano. El Presidente Electo se debe al pueblo, ante el cual debe responder, y no ante una mayoría parlamentaria que cree que el Congreso es su chacra –en alusión a las desafortunadas declaraciones de Spadaro-. El pueblo peruano será el que juzgará el accionar de la clase política. La campaña ya acabó. Hay que dejar las rencillas de lado. Pierde el fujimorismo si se radicaliza.

¿Es que acaso no todas las fuerzas políticas coinciden en sacar adelante al país? A estas alturas, el pueblo ya sabe quién es quién en la política y qué los mueve e incentiva por el poder. Tarde o temprano el fujimorismo se dará cuenta que lo más conveniente para el país –inclusive a sus propios intereses de mantener cuotas de poder- será adoptar una papel de diálogo abierto y concertación con el gobierno. Eso es madurez política.

Nuestro sistema de gobierno es el Presidencialismo Latinoamericano, en el que propiamente no existe una radical separación de poderes como en el norteamericano, ni tampoco una integración entre el Gobierno y el Parlamento como en el inglés. Sin embargo, la política peruana gira en torno a la figura del Presidente de la República. Bajo este modelo, PPK debe aprovechar su rol dirimente como Jefe de Estado.

Durante estos días se ha venido dibujando el perfil del Primer Ministro. PPK necesita apoyar su política de gobierno en un Premier fresco, pero además que sea un político y un buen operador, que goce de credibilidad ante la opinión pública y sea bien visto entre las demás fuerzas políticas. Se necesita un negociador que apague incendios, sofoque las demandas del sur y tienda puentes con los demás actores políticos.

Mal haría PPK en asumir un papel farandulero y populista –como los últimos Presidentes- de inaugurar él mismo pistas, veredas, colegios y postas. Debe darse su lugar como Jefe de Estado y delegarle esas tareas al Premier y sus Ministros. Así se ganará el respeto no sólo del pueblo, sino de sus enemigos políticos y de la prensa, pues una sobreexposición mediática puede terminar por desgastarlo a él y al Gobierno.


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