Hace 60 años se realizaron las primeras elecciones donde la mujer alfabeta tuvo la oportunidad de sufragar. Ese hecho formó parte del ciclo ascendente por afirmar una democracia sin ningún tipo de exclusiones.
No fue fácil. Este logro se materializó gracias a la lucha, a veces heroica, de mujeres como Flora Tristán (1803-1844), que ya en los años treinta del siglo XIX protestó contra las condiciones degradantes en las que se encontraba la mujer sometida a las normas coloniales de la familia patriarcal, la autora de Peregrinaciones de una paria, pugnó por el sufragio de la mujer como una condición previa de una emancipación superior; aportaron en esta toma de conciencia Mercedes Cabello de Carbonera (1845-1909), Clorinda Mato de Turner (1852-1909), Zoila Aurora Cáceres (1877-1958) y María Jesús Alvarado, quien sufrió cárcel, destierro y embargo de sus bienes por su irrenunciable credo sufragista, fue una de las primeras concejales mujeres de Lima en 1945.
El debate se planteó en la constituyente de 1933, dándose la paradoja que las posiciones más conservadoras sostuvieron su incorporación y las posturas más radicales fueron escépticas al sufragio femenino, creyendo que este voto podía ser manipulado hacia posiciones reaccionarias. En medio de una ola sufragista en la región con la aprobación del voto femenino en Brasil (1943), Argentina y Venezuela (1947),Chile (1949),Bolivia y Cuba (1952), México y Perú (1955). El gobierno de facto del General Manuel A. Odría reconoció este derecho (Ley N° 12391), esperando tener un resultado similar al peronismo argentino que con la carismática Evita Perón había conquistado de manera masiva las preferencias electorales femeninas. No fue así, pues en las elecciones de 1956, las 750 mil nuevas sufragantes dividieron pluralmente sus preferencias; votando –contra lo que se creía en 1933- radicalmente por candidaturas emergentes como las de Fernando Belaunde.
En 1956 de 182 diputados electos solo ocho eran mujeres, no llegándose a superar en las siguientes elecciones ni el 10 % de la representación femenina, por diversas razones culturales y de estructura política patriarcal, lo que llevó en 1997 a establecer la ley de cuota femenina en 25 % e incrementada en el 2000 con el 30 %; aun así, en las elecciones del 2011 de 130 congresistas sólo 28 eran mujeres, y en los recientes comicios (2016) su número se ha incrementado a 35 rosando la cuota de género. Aguardamos en los próximos años la igualdad plena.
El voto de la mujer
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