La clave para mí es el tono, cierta música de la prosa,
que hace avanzar la historia y la define.
Cuando ese tono no está, no hay nada.
Ricardo Piglia
El
presente libro tiene una forma híbrida dentro de una caja de resonancia común:
el diálogo. Es como una peculiar guitarra cuyas cuerdas se mezclan, para que
sus sonidos no se entrecrucen, sino se bifurquen y logren una personal melodía.
Por eso, los once capítulos aquí presentados más que leídos, merecen ser escuchados
bajo una tácita interdependencia.
¿Y
qué melodías se escuchan en su caja de resonancia? Varias, cada capítulo es un
sendero que se bifurca hacia su peculiar tono musical. Lo político, lo filosófico,
lo educativo, lo económico y lo social son marcos permanentes para abordar dentro
de ellos diversas problemáticas literarias (la lectura, la escritura, el oficio
de escritor, la industria editorial, entre otros temas afines).
Al
Perú han llegado textos que han elegido la forma dialógica para reflexionar
sobre lo literario y sus diversos vasos comunicantes con la vida, lo
contemporáneo y la historia de la humanidad en general. Memorable es el texto
que recoge la conversación entre Borges y Sábato[1],
donde el grado de lucidez, ironía y sarcasmo llegan a niveles descollantes. O los
intensos diálogos de Octavio Paz y más recientemente de Juan Villoro[2]
o Foster Wallace[3].
Libros leídos con el atractivo de relacionarse no solo con la obra, sino con la
voz propia del autor. No la que imposta entre esos miles de personajes que crea
en su obra de ficción; sino la real, la cotidiana. Aquella que consigue la fantasía
de todo lector: sentarse con su autor favorito, tomarse un café y hablar sobre
literatura y la vida. Aunque por estas tierras, la conversación haya sido siempre
más que eso.
Borges
escribiría: “Unos quinientos años antes de la era cristiana se dio en la Magna
Grecia la mejor cosa que registra la historia universal: el descubrimiento del
diálogo […] [Y que] Sin esos pocos griegos conversadores la cultura occidental
es inconcebible” (Borges y Ferrari, 1998, p.3). Sin embargo, la tradición oral
precolombina también se fundamentó en el intercambio oral. Y sin haber conocido
los Diálogos de Platón, ni la mayéutica socrática, lo oral fue vertebral en la
educación y transmisión de la cultura de generación en generación. En el Perú,
el quechua (runa simi o lengua del hombre) fue un vehículo idiomático
ágrafo, por lo tanto, los Amautas (una suerte de guías y maestros) valiéndose
de una prodigiosa memoria, se sirvieron de la conversación lúcida (que no era meramente
expositiva y unilateral, sino de ida y vuelta con los aprendices) para
transmitir la sabiduría milenaria. Asimismo esta oralidad se cobijó en los
discursos populares y allí adquirió un nicho permanente que luego del
advenimiento de la españolización letrada, se hicieron marcas lingüísticas
imborrables en la mayoría de los escritores peruanos.
Tocar
el tema literario a través de este espíritu conversacional ha sido frecuente
con matices particulares. Desde la Epístola a Belardo atribuida a la
poetisa Amárilis hasta Cartas a un joven novelista de Vargas Llosa el
añadido confesional e íntimo ha sido y es aún un matiz adicional de interés y
acercamiento del lector con el autor. Lo mismo ha sucedido con las entrevistas,
memorias y diarios de escritores peruanos como Ricardo Palma, Martín Adán, Arguedas y Ribeyro [4].
Dentro de este marco
conversacional peruano, La forma inicial. Conversaciones en Princenton se
puede insertar para entrar en inmediato diálogo con todos ellos. Estableciendo tensiones,
dudas y coincidencias relacionadas al quehacer literario. Ricardo Piglia se ocupa
de la literatura como una problemática multiforme que es asumida prudentemente de
manera personal. La caja de resonancia adquiere el tono intenso pero precavido,
por esa conciencia de que la interlocución quedará para una discusión
permanente: la lectura y su medio tecnológico de realización, su tiempo, su
interrupción, el grado de significación y calidad de leer en pantalla con
relación a realizar la lectura solo en físico; la escritura y su proceso de
realización, la auto imposición de la forma y estructura, la relación con la
educación, el problema del estilo, la corrección, los manuscritos y la edición;
el escritor y sus influencias, el reconocimiento del magisterio de los grandes forjadores de la literatura moderna
como Miguel de Cervantes, Frank Kafka, Henry James, William Faulkner y James
Joyce, el afecto por Borges, Cortázar, Bianco, Walsh, Saer, Arlt o Puig; la
actitud de la visibilización del escritor contemporáneo, la autopromoción o no,
la vigencia del compromiso político, el ritmo de producción, la sospecha de los premios
literarios, la reflexión sobre las diferencias del cuento, la novela y la nouvelle,
el nivel crítico-social de las narraciones del género negro y policial; la
industria editorial, el libro como objeto mercantil y la política de
balcanización de las transnacionales. Estos y más acordes se pueden escuchar
bifurcados e independientes en este artefacto rítmico que te hará agitar la
cabeza de arriba abajo o hacia los costados a su ritmo, para acercarte a la
reflexión o la sospecha, donde todo se escuche y piense, donde nada se quede
sin el envoltorio melódico del pensamiento y la crítica, donde todo sea música o
luz.
____________________
[1] Barone, O. (2007) Diálogos Borges-Sábato. Buenos Aires: Emece.
[2] Villoro, J. y Stavans I. (2015). El ojo en la nuca. Barcelona:
Anagrama.
[3] Paz, O. (2014). Conversaciones con Octavio Paz. Diálogos con Mario
Santí. Almería: Confluencias.
Stephen, J. (2012). Conversaciones
con David Foster Wallace. Málaga: Pálido fuego.
[4]Batticuore, G. (2004) Juana
Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a
Ricardo Palma.
Lima: Universidad de San Martín de Porres.
Martín, A. y Piñero, M. (2015). Cartas Escogidas. Lima: PUCP -
Fondo Editorial
López
Baralt, M. y Murra J. (1998). Las cartas de Arguedas. Lima: PUCP - Fondo
Editorial.
Coaguila, J.
(2011). Las respuestas del mudo. Lima: Tierra Nueva Editores.
Sintonía con lo conversacional peruano
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