Sponsor

Es el lobo, es el lobo


Algunos piensan que el ejercicio de la Política es la búsqueda del bien común bajo la imposición de la ideología que la mayoría elige de modo democrático; sin embargo, deberíamos considerar que, en la práctica, es la ejecución del poder. Y debemos entender como «Poder» [el acto, la actividad] de lograr que las empresas, medios de comunicación y el imaginario popular actúen según la voluntad de quien lo detenta. En ese sentido, será más poderoso aquel que sea capaz de estimular el mercado en aquello que le interesa o llevarlo a la parálisis si es lo que le conviene, enfatizar ciertas noticias en los medios de comunicación o distraer a la población, lograr que la población apruebe o desapruebe ideologías, conceptos o creencias. Así, el poder político no es un título presidencial o ministerial, no es un cargo público o una insignia en el pecho, el poder político es el poder fáctico, aquel que es capaz de imponer su voluntad y esto, ya lo sabemos, puede venir disfrazado de Democracia.

Para entender el Poder, Hannah Arendt, requiere de la definición de polis desde la perspectiva, no de simple espacio físico, sino de un área restringida en el que se pueda apreciar la ejecución del poder. Para Arendt, esta limitación requiere de leyes; pero eso es porque piensa en Estados. Nosotros deberíamos observar que los espacios actuales se presentan de otros modos; por ejemplo, un conjunto de medios de comunicación que comparten a los mismos dueños, los grupos empresariales de los que dependen los grandes ingresos económicos del Estado o agrupaciones capaces de convocar y producir reacciones en la sociedad.  Así, el poder político no descansa en los títulos o cargos, depende de quién domine más los espacios en los que se visibiliza el poder. A estos debemos sumar las redes virtuales, recinto en el que a los políticos tradicionales se les ve trastabillar, lentos de reflejos o, simplemente, ignorar.

¿Y a qué va esta introducción? Lo que buscamos es entender la causa de las pullas, de los insultos y las trampas que se dejan nuestros políticos en el camino apenas iniciada la maratón de cinco años. Entender a los enemigos en las distintas tiendas políticas más allá de las ideologías. Los enfrentamientos que observamos todos los días en los medios de comunicación responden al temor que ha generado, no en la sociedad, sino en las directivas de los partidos más antiguos la aparición de nuevos actores políticos que, si bien no tienen el apoyo incondicional de la ciudadanía, sin duda, han resultado interesantes personajes a los cuales quieren prestarles atención. Eso significa que hoy son entrevistados en los canales de televisión, que cuando viajan a alguna ciudad, la población se reúna para escuchar propuestas o para solicitar soluciones, que los empresarios sientan que deban buscar nuevos socios. Además, el poder político pareciera responder a leyes de la física: no caben dos en el mismo espacio. Así, si un nuevo actor político resulta atractivo para los medios de comunicación, lo llamarán a él y no a los tradicionales. Si un nuevo actor político logra empatía con la población de alguna ciudad de la selva, otro no tendrá la misma convocatoria. Si un nuevo actor político resulta probo ante la opinión pública, el otro perderá la autoridad moral. Y la política es una carrera de largo aliento, es la mayor de las maratones. La lucha no acabó en la última elección; para algunos, esta última le ha dado aliento para resucitar, como ha sucedido con la izquierda o al Apra que, con un puñado de congresistas, parecieran dictar la agenda de las polémicas en los periódicos. En ese sentido, la competencia para las elecciones que se llevarán a cabo dentro de cinco años recién inicia. Desde distintas tiendas políticas no se observa a la provincia en la que ganaron, los distritos que los eligieron, los ciudadanos que confiaron en ellos; lo que se analiza son los espacios, no solo los geográficos, donde perdieron. La primera acción será eliminar a quienes vencieron allí y eso, mis amables lectores, es consensual. Si los A, B y C, perdieron ante D, en el espacio X; no hay necesidad de una alianza explícita, es un uso político: los grupos A, B y C tratarán de borrar con todo su poder a D del espacio X. Cuando lo logren, entre ellos lucharán por establecerse en esa nueva comarca. El temor de que los nuevos actores políticos se consoliden en los espacios obtenidos en este nuevo régimen es elocuente. Y debemos darnos cuenta de que D es el Frente Amplio y el partido de PPK, como lo fue hace cinco años el partido Nacionalista y un poco más atrás, el de Alejandro Toledo. Dinamitados todos. Sin duda, porque estos jóvenes partidos dieron motivos suficientes para protagonizar estas masacres; pero, sobre todo, por el célebre y enigmático cálculo político. Foucault caracteriza el poder como complejo porque actúa sobre las acciones; una acción sobre la acción, sobre las acciones eventuales o actuales, presentes o futuras; es decir, una estrategia con posibles resultados cuya eficiencia confirma la habilidad del político.

De este modo, amable lector, tenemos todos los indicios para sospechar una tormenta perfecta, constante y duradera. Quienes integran la bancada del Frente Amplio y el equipo de PPK, parecieran, en este inicio, ser conscientes de lo que significa la pugna por el poder político. No otorgan, hasta ahora, material para que sus enemigos los dinamiten, salvo dos o tres elementos que, dicho sea de paso, no toda la población coincide en que sean criticables. Todo lo contrario, algunas de las acciones cuyo objetivo fue desprestigiar a los nuevos actores políticos solo han servido para demostrar la poca inteligencia, vulgaridad y el desencuentro con la sensibilidad de la población del bando que acusa abrazado de «indignación». Situación que se ha visibilizado gracias a un espacio que muchos políticos ignoran o menosprecian: las redes sociales. Es allí en donde los fotomontajes más vulgares han sido denunciados, en el que las declaraciones menos felices han sido debatidas y satirizadas, es en este espacio virtual en el que las polichinelas del presidente han sido celebradas con simpatía. Es allí en donde los políticos tradicionales pueden perder la maratón de los cinco años, pues, como en el cuento de Pedro y el lobo, la población se agota de escuchar la misma historia de terror, una y otra vez, teniendo en cuenta que, en cuestión de minutos, se demuestra que son mentiras o incoherencias, como ha sucedido hasta el cansancio con los congresistas Becerril y Tubino. Quién sabe, tal vez algún día digan algo que se deba atender, pero ya nadie los escuchará. En todo caso, la pugna por el poder ha iniciado en abundancia pero con poco brillo, modelo que se ha repetido desde que se recuperó la Democracia y que, algo que no se debería olvidar, no ha significado el empoderamiento de los partidos tradicionales, sino el surgimiento de nuevos partidos políticos cuya constancia dependerá de que hayan aprendido las lecciones que se han dado en el Perú de este siglo. 


Es el lobo, es el lobo Es el lobo, es el lobo Reviewed by ContraPoder on 14:18:00 Rating: 5

No hay comentarios:

Con la tecnología de Blogger.